Ampliación del Museo del Prado
Madrid
2007 © R. Blanco
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El Museo del Prado es una de las pinacotecas más importantes del mundo, y cuenta con una amplia colección de pintura española, italiana y flamenca. Está situado en Madrid, (España). Junto con otros dos centros, el Museo Thyssen-Bornemisza y el Museo Reina Sofía, forma en el Paseo del Prado el llamado Triángulo del Arte de Madrid, meca de numerosos turistas de todo el mundo.
El edificio que alberga el Museo del Prado fue concebido inicialmente por Carlos III, dentro de sus afanes ilustrados, como Gabinete de Historia Natural, en el marco de una serie de instituciones de carácter científico a ubicar en el proyecto de reurbanización del llamado Salón del Prado. A estos efectos, Carlos III va a contar con uno de sus arquitectos favoritos, Juan de Villanueva, autor, además de la sede del Museo, del cercano Jardín Botánico. El proyecto arquitectónico de la actual pinacoteca fue aprobado por Carlos III en 1786, manifestándose como la culminación de la carrera de Villanueva y una de las cimas del neoclasicismo español, aunque, para ser sinceros, dada la larga duración de las obras y avatares posteriores, el resultado definitivo se apartaría bastante del diseño inicial.
Pese a que la construcción se desarrollara durante los reinados de Carlos III y Carlos IV, hasta el punto de su práctica finalización a principios del siglo XIX, la llegada de las tropas francesas a España y la guerra de la Independencia iban a dejar dura huella en el edificio, destinado a fines militares (Cuartel de caballería), llegando a situarse casi en la ruina total. Sólo con el interés manifestado por Fernando VII y, sobre todo, de su 2ª esposa Isabel de Braganza, se iniciaría, a partir de 1818, su recuperación, sobre la base de nuevos diseños del propio Villanueva, sustituido, a su muerte, por su discípulo Antonio López Aguado.
El 19 de noviembre de 1819 se inauguraba discretamente el Museo Real de Pinturas (primera denominación del museo), mostrando algunas de las mejores piezas de las Colecciones Reales Españolas, trasladadas desde los distintos Reales Sitios. Fallecida su gran impulsora meses antes, en reconocimiento de su labor se bautizaría con su nombre al salón ovalado (actual Sala 12, de Velázquez) que en aquel entonces tenía un balconaje desde el cual se podía observar la galería de escultura de la planta baja (luego convertida en salón de actos y actual Sala de las Musas, aún por inaugurar). En este comienzo el museo contaba con 3 salas y 311 cuadros, a los que en años sucesivos se irían añadiendo nuevas salas y obras de arte, destacando la incorporación de los fondos del polémico Museo de la Trinidad, creado a partir de obras de arte requisadas en virtud de la Ley de Desamortización de Mendizábal (1836) fusionado con el Prado en 1872. Tras el destronamiento de Isabel II en 1868, el Museo Real había pasado a ser nacional, medida ya irreversible al fusionarse con el de la Trinidad.
Durante el siglo XIX y buena parte del XX, el Prado vive una situación de cierta precariedad. Las deficientes medidas de seguridad, con personal del museo residiendo en él y montones de leña almacenados para las estufas, provocan la alarma de algunos entendidos. Es célebre el artículo de Mariano de Cavia, que informaba de un (ficticio) incendio que había arrasado el Prado. Los madrileños se acercaron al lugar alarmados, y la falsa noticia ayudó a la adopción de algunas mejoras de urgencia.
A pesar de diversas ampliaciones de alcance menor, el Prado sufre limitaciones de espacio, más graves a partir de los años 60, cuando el boom turístico dispara el número de visitantes. Poco a poco, la pinacoteca se adapta a las nuevas exigencias técnicas; el sistema de filtraje y control del aire se instala en los años 80, coincidiendo con la restauración de muchas pinturas de Velázquez. El tejado, construido con materiales dispares y mediante sucesivos remiendos, sufre ocasionales goteras y no será renovado enteramente hasta los años 90.
Entre las reformas más importantes, por orden cronológico, cabe citar la de Narciso Pascual y Colomer, que diseñó la basílica y el ábside del cuerpo central (1853); la de Francisco Jareño, que desmonta la cuesta por la que se accedía a la fachada norte y crea una escalera monumental, abriendo ventanas en la parte baja (1882 y 1885); en 1927, Fernando Arbós construyó dos pabellones en la parte posterior del edificio; hacia la mitad del siglo se llevó a cabo la reforma de Pedro de Muguruza, con una remodelación de la galería central y una nueva escalera para la fachada norte (que contó con bastantes críticas, ya que destruyó la espléndida escalera ideada por Jareño), con la intención de dar más luz a la zona de la cripta; Chueca Goitia y Lorente realizaron a su vez ampliaciones en las salas (1956 y 1967). La incorporación del Casón del Buen Retiro, para albergar las colecciones de pintura de los siglos XIX y XX, se decidió en 1971.
Actualmente, y siguiendo el proyecto de Rafael Moneo, se ha culminado la ampliación del Museo. Esta ampliación no ha supuesto cambios sustanciales para el Edificio Villanueva, centrándose en una ampliación hacia el claustro de Jerónimos (el Cubo de Moneo) de forma que el museo cuente con una superficie nueva para actividades complementarias. La ampliación se presentó el 27 de abril de 2007 si bien la inauguración oficial se anuncia para octubre de 2007, con una amplia exposición de pintura española del siglo XIX.
(Wikipedia)
El edificio que alberga el Museo del Prado fue concebido inicialmente por Carlos III, dentro de sus afanes ilustrados, como Gabinete de Historia Natural, en el marco de una serie de instituciones de carácter científico a ubicar en el proyecto de reurbanización del llamado Salón del Prado. A estos efectos, Carlos III va a contar con uno de sus arquitectos favoritos, Juan de Villanueva, autor, además de la sede del Museo, del cercano Jardín Botánico. El proyecto arquitectónico de la actual pinacoteca fue aprobado por Carlos III en 1786, manifestándose como la culminación de la carrera de Villanueva y una de las cimas del neoclasicismo español, aunque, para ser sinceros, dada la larga duración de las obras y avatares posteriores, el resultado definitivo se apartaría bastante del diseño inicial.
Pese a que la construcción se desarrollara durante los reinados de Carlos III y Carlos IV, hasta el punto de su práctica finalización a principios del siglo XIX, la llegada de las tropas francesas a España y la guerra de la Independencia iban a dejar dura huella en el edificio, destinado a fines militares (Cuartel de caballería), llegando a situarse casi en la ruina total. Sólo con el interés manifestado por Fernando VII y, sobre todo, de su 2ª esposa Isabel de Braganza, se iniciaría, a partir de 1818, su recuperación, sobre la base de nuevos diseños del propio Villanueva, sustituido, a su muerte, por su discípulo Antonio López Aguado.
El 19 de noviembre de 1819 se inauguraba discretamente el Museo Real de Pinturas (primera denominación del museo), mostrando algunas de las mejores piezas de las Colecciones Reales Españolas, trasladadas desde los distintos Reales Sitios. Fallecida su gran impulsora meses antes, en reconocimiento de su labor se bautizaría con su nombre al salón ovalado (actual Sala 12, de Velázquez) que en aquel entonces tenía un balconaje desde el cual se podía observar la galería de escultura de la planta baja (luego convertida en salón de actos y actual Sala de las Musas, aún por inaugurar). En este comienzo el museo contaba con 3 salas y 311 cuadros, a los que en años sucesivos se irían añadiendo nuevas salas y obras de arte, destacando la incorporación de los fondos del polémico Museo de la Trinidad, creado a partir de obras de arte requisadas en virtud de la Ley de Desamortización de Mendizábal (1836) fusionado con el Prado en 1872. Tras el destronamiento de Isabel II en 1868, el Museo Real había pasado a ser nacional, medida ya irreversible al fusionarse con el de la Trinidad.
Durante el siglo XIX y buena parte del XX, el Prado vive una situación de cierta precariedad. Las deficientes medidas de seguridad, con personal del museo residiendo en él y montones de leña almacenados para las estufas, provocan la alarma de algunos entendidos. Es célebre el artículo de Mariano de Cavia, que informaba de un (ficticio) incendio que había arrasado el Prado. Los madrileños se acercaron al lugar alarmados, y la falsa noticia ayudó a la adopción de algunas mejoras de urgencia.
A pesar de diversas ampliaciones de alcance menor, el Prado sufre limitaciones de espacio, más graves a partir de los años 60, cuando el boom turístico dispara el número de visitantes. Poco a poco, la pinacoteca se adapta a las nuevas exigencias técnicas; el sistema de filtraje y control del aire se instala en los años 80, coincidiendo con la restauración de muchas pinturas de Velázquez. El tejado, construido con materiales dispares y mediante sucesivos remiendos, sufre ocasionales goteras y no será renovado enteramente hasta los años 90.
Entre las reformas más importantes, por orden cronológico, cabe citar la de Narciso Pascual y Colomer, que diseñó la basílica y el ábside del cuerpo central (1853); la de Francisco Jareño, que desmonta la cuesta por la que se accedía a la fachada norte y crea una escalera monumental, abriendo ventanas en la parte baja (1882 y 1885); en 1927, Fernando Arbós construyó dos pabellones en la parte posterior del edificio; hacia la mitad del siglo se llevó a cabo la reforma de Pedro de Muguruza, con una remodelación de la galería central y una nueva escalera para la fachada norte (que contó con bastantes críticas, ya que destruyó la espléndida escalera ideada por Jareño), con la intención de dar más luz a la zona de la cripta; Chueca Goitia y Lorente realizaron a su vez ampliaciones en las salas (1956 y 1967). La incorporación del Casón del Buen Retiro, para albergar las colecciones de pintura de los siglos XIX y XX, se decidió en 1971.
Actualmente, y siguiendo el proyecto de Rafael Moneo, se ha culminado la ampliación del Museo. Esta ampliación no ha supuesto cambios sustanciales para el Edificio Villanueva, centrándose en una ampliación hacia el claustro de Jerónimos (el Cubo de Moneo) de forma que el museo cuente con una superficie nueva para actividades complementarias. La ampliación se presentó el 27 de abril de 2007 si bien la inauguración oficial se anuncia para octubre de 2007, con una amplia exposición de pintura española del siglo XIX.
(Wikipedia)
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