Detalle de la Puerta de la Plaza del Obradoiro
Catedral de Santiago de Compostela
A Coruña (Galicia)
2007 © R. Blanco
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Jacob (llamado Santiago el Mayor o Santiago el de Zebedeo, para distinguir del otro apóstol llamado Jacob, Santiago el de Alfeo o Santiago el Menor), apóstol de Jesús de Nazaret, nacido en Betsaida (Galilea) y muerto en Jerusalén, en el siglo I.
La Tumba del Apóstol
Alrededor del año 813, en tiempos de Alfonso II el Casto, un ermitaño cristiano llamado Paio le dijo al obispo gallego Teodomiro, de Iria Flavia (España), que había visto unas luces merodeando sobre un monte deshabitado. Hallaron una tumba donde se encontraba un cuerpo degollado con la cabeza bajo el brazo.
Sobre los restos que se conservan bajo la catedral de Compostela jamás se han realizado pruebas científicas, y la autenticidad de los mismos ha sido puesta en duda en numerosas ocasiones, entre otros, por el célebre historiador católico Claudio Sánchez Albornoz: «...pese a todos los esfuerzos de la erudición de ayer y de hoy, no es posible, sin embargo, alegar en favor de la presencia de Santiago en España y de su traslado a ella, una sola noticia remota, clara y autorizada. Un silencio de más de seis siglos rodea la conjetural e inverosímil llegada del apóstol a Occidente, y de uno a ocho siglos la no menos conjetural e inverosíomi traslatio. Solo en el siglo VI surgió entre la cristiandad occidental la leyenda de la predicación de Santiago en España; pero ella no llegó a la Península hasta fines del siglo VII» (C. Sánchez Albornoz: "En los albores del culto jacobeo", en Compostellanum 16 (1971) pp. 37-71).
Por una parte, se ha documentado arqueológicamente la existencia previa de un cementerio de origen céltico y reutilizado en distintas épocas por distintos grupos: por los primeros cristianos llegados a la zona de Galicia (después del año 250 aproximadamente), por los suevos (pueblo guerrero germano que ocupó Galicia entre 411 y 585), por los visigodos («godos del oeste», pueblo germano que ocupó España entre 585 y 711 y que en ese periodo tenía su capital en Toledo) y por los musulmanes en el siglo octavo. Estos descubrimientos solo prueban que Compostela era una necrópolis precristiana, pero no soluciona nada con respecto a la tumba de Santiago, cuyos restos podrían pertenecer bien al mismo apóstol (el tráfico de reliquias comenzaba a desarrollarse en ese periodo), bien a cualquier otro mártir cristiano, incluso algunos proponen que se trate de los restos del mismísimo Prisciliano.
Encima del cementerio (compositum), el rey Alfonso ordenó construir una iglesia, origen de la catedral de Santiago de Compostela («Santo Jacob del compositum»). Otros sostienen que la palabra Compostela proviene de campus stéllae: «campo de las estrellas», debido a las luces que bailoteaban sobre el cementerio (véase fuego fatuo).
El Camino de Santiago
El supuesto descubrimiento de la Tumba del Apóstol supuso para el rey astur-leonés una serie de beneficios: la aglutinación de sus territorios como un solo reino bajo la especial protección del Apóstol y, la cristianización de la antigua "Vía del Finisterre", ruta seguida tradicionalmente por muchos pueblos de religión céltica, hasta el pretendido fin del mundo. De hecho, las peregrinaciones galas hacia el noroeste de España se han probado arqueológicamente y se puede afirmar que los celtas en el primer milenio antes de nuestra era recorrían toda Europa para ir a estos sitios, donde celebraban sus matrimonios y otras ritos. Este camino precristiano se convierte así en el Camino de Santiago o Ruta jacobea, y Compostela en el tercer nucleo de peregrinación medieval, tras Roma y Jerusalén.
En el año 1122, el papa Calixto II instituyó y proclamó que en adelante tuvieran la consideración y privilegios de Año Santo Jacobeo todos los años en los que la fiesta litúrgica de Santiago, el 25 de julio, coincidiera con el día domingo. Los próximos años jacobeos tendrán lugar en 2010 y 2021.
La Tumba del Apóstol
Alrededor del año 813, en tiempos de Alfonso II el Casto, un ermitaño cristiano llamado Paio le dijo al obispo gallego Teodomiro, de Iria Flavia (España), que había visto unas luces merodeando sobre un monte deshabitado. Hallaron una tumba donde se encontraba un cuerpo degollado con la cabeza bajo el brazo.
Sobre los restos que se conservan bajo la catedral de Compostela jamás se han realizado pruebas científicas, y la autenticidad de los mismos ha sido puesta en duda en numerosas ocasiones, entre otros, por el célebre historiador católico Claudio Sánchez Albornoz: «...pese a todos los esfuerzos de la erudición de ayer y de hoy, no es posible, sin embargo, alegar en favor de la presencia de Santiago en España y de su traslado a ella, una sola noticia remota, clara y autorizada. Un silencio de más de seis siglos rodea la conjetural e inverosímil llegada del apóstol a Occidente, y de uno a ocho siglos la no menos conjetural e inverosíomi traslatio. Solo en el siglo VI surgió entre la cristiandad occidental la leyenda de la predicación de Santiago en España; pero ella no llegó a la Península hasta fines del siglo VII» (C. Sánchez Albornoz: "En los albores del culto jacobeo", en Compostellanum 16 (1971) pp. 37-71).
Por una parte, se ha documentado arqueológicamente la existencia previa de un cementerio de origen céltico y reutilizado en distintas épocas por distintos grupos: por los primeros cristianos llegados a la zona de Galicia (después del año 250 aproximadamente), por los suevos (pueblo guerrero germano que ocupó Galicia entre 411 y 585), por los visigodos («godos del oeste», pueblo germano que ocupó España entre 585 y 711 y que en ese periodo tenía su capital en Toledo) y por los musulmanes en el siglo octavo. Estos descubrimientos solo prueban que Compostela era una necrópolis precristiana, pero no soluciona nada con respecto a la tumba de Santiago, cuyos restos podrían pertenecer bien al mismo apóstol (el tráfico de reliquias comenzaba a desarrollarse en ese periodo), bien a cualquier otro mártir cristiano, incluso algunos proponen que se trate de los restos del mismísimo Prisciliano.
Encima del cementerio (compositum), el rey Alfonso ordenó construir una iglesia, origen de la catedral de Santiago de Compostela («Santo Jacob del compositum»). Otros sostienen que la palabra Compostela proviene de campus stéllae: «campo de las estrellas», debido a las luces que bailoteaban sobre el cementerio (véase fuego fatuo).
El Camino de Santiago
El supuesto descubrimiento de la Tumba del Apóstol supuso para el rey astur-leonés una serie de beneficios: la aglutinación de sus territorios como un solo reino bajo la especial protección del Apóstol y, la cristianización de la antigua "Vía del Finisterre", ruta seguida tradicionalmente por muchos pueblos de religión céltica, hasta el pretendido fin del mundo. De hecho, las peregrinaciones galas hacia el noroeste de España se han probado arqueológicamente y se puede afirmar que los celtas en el primer milenio antes de nuestra era recorrían toda Europa para ir a estos sitios, donde celebraban sus matrimonios y otras ritos. Este camino precristiano se convierte así en el Camino de Santiago o Ruta jacobea, y Compostela en el tercer nucleo de peregrinación medieval, tras Roma y Jerusalén.
En el año 1122, el papa Calixto II instituyó y proclamó que en adelante tuvieran la consideración y privilegios de Año Santo Jacobeo todos los años en los que la fiesta litúrgica de Santiago, el 25 de julio, coincidiera con el día domingo. Los próximos años jacobeos tendrán lugar en 2010 y 2021.
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